31 jul 2019

CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA ANTIGUA DE CALAHONDA.


RESEÑA HISTÓRICA:
CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA ANTIGUA DE CALAHONDA.


“Arquitectura religiosa en el arzobispado de Granada (1773-1868)” CALAHONDA, que hasta finales de XVIII constituía la simple agrupación de un pequeño número de viviendas cuyos habitantes se dedicaban casi exclusivamente a la pesca, experimentó un rápido crecimiento demográfico desde comienzos del XIX. Esta circunstancia no es de extrañar si se tienen presentes paralelas afluencia de población que se asientan con carácter estable en otros puntos próximos a la costa granadina.

Desaparecido el peligro marítimo pueblos enclavados en el interior ven desplazarse parte de sus habitantes hacia el mar, consolidando de esta manera pequeños asentamientos que por su dispersión o por su escaso número de vecinos no constituían corporaciones organizadas ni contaban con los mínimos servicios civiles o eclesiásticos.

Calahonda será pues, la réplica costera del cercano pueblo de Gualchos, que se sitúa en la sierra próxima y del que dependía para los servicios religiosos.

EL 30 de agosto de 1852 el alcalde pedáneo de Calahonda, en nombre de los vecinos, escribe al arzobispo de Granada D. Salvador Reyes y García de Lara exponiendo las circunstancias que hacen precisa la construcción de un templo parroquial. En estas fechas de mediados de siglo no se contaba con edificio alguno para celebrar el culto, planteando al arzobispo la dificultad que suponía el desplazamiento hasta Gualchos por un camino de difícil acceso. 

En diversas ocasiones se había acudido ante las autoridades civiles y eclesiásticas solicitando fondos públicos para construir un templo, por lo que con esta carta se pretende abiertamente halagar la vanidad del arzobispo haciéndole ver la urgencia de sus reclamaciones en los siguientes términos: “hoy que tenemos la dicha de venerar en la dignísima persona de V.E.I. a un prelado cuyos gloriosos antecedentes le colocan en el número de los varones, que con su sabiduría y apostólico celo han ilustrado y hecho florecer la religión católica, nos cabe la entera confianza de que hará participe a esta población de los beneficios de su ferviente piedad y de su virtud, los exponentes de V.E.I. suplican se digne dictar las medidas convenientes, interponiendo su poderosa influencia para con la competente autoridad civil a fin de realizar en este pueblo la erección de tan deseado templo y de señalar la dotación de un ministro que lo sirva con dependencia de la iglesia de Gualchos” ofreciéndose el pueblo a contribuir en las obras con su trabajo personal.

El cura de Gualchos Francisco Sevilla, ratificó las afirmaciones del alcalde. Hechos los correspondientes trámites por el arzobispo, el Ministerio de Gracia y Justicia, viendo la urgencia del caso, ordenó al arquitecto académico de San Fernando Francisco Enríquez y Ferrer que realizara el proyecto y presupuesto, siendo informado del hecho el arzobispo, el 31 de octubre de 1856. El informe, presupuesto y planos se firman en 1857 En el informe el arquitecto escribe que en 1737 cuando se edificó el castillo del pueblo, apenas si contaba con unas pocas casas, cuando ahora el número de almas era de ochocientas cincuenta. Atendiendo al número de personas que podían asistir del vecindario a la iglesia y teniendo en cuenta las mínimas condiciones de higiene exigidas para un edificio que debía acoger a un número considerable de personas, se calculó como es habitual, la extensión mínima de que debía dotársele.

La forma otorgada al nuevo templo es de cruz latina con la cabecera semicircular. Se especifica el interés puesto por el arquitecto en conseguir los menores gastos sin descuidar la solidez de la obra. El templo debía construirse dispuesto de Este a Oeste, dejándose una calle alrededor y una plaza delante de la fachada. Las puertas, principal y laterales darían acceso al interior recomendándose curiosamente un uso estacional: la puerta norte debería usarse preferentemente en verano, la sur en invierno y la oeste en primavera y otoño y en grandes solemnidades.



Explanado el terreno se procederá a la excavación de los cimientos que serán macizados con mampostería de piedra dura y mortero de una parte de cal y dos de arena, dándoseles dos centímetros y medio pie más de latitud a ambos lados de lo marcado en la planta. Sobre el zócalo del templo, de cantería, se levantarían los muros de fábrica mixta de ladrillo y mampostería. Se cubriría con una armadura de parhilera que interiormente estaría enmascarada por bóvedas vidas. La torre llevaría un chapitel de media naranja empizarrada o tejada con azulejos vidriados.

 “Los adornos interiores y exteriores de canecillos, cornisas, basas, capiteles, tímpanos de las puertas y columnillas que subdividen las ventanas, serán de barro cocido, el cual a la economía de gastos reúne una gran perpetuidad, pues se tiene observado en las construcciones más antiguas, que la piedra por dura que sea, se ha deshecho o consumido en parte por la acción atmosférica de los tiempos y el ladrillo o barro cocido permanece intacto sin deterioro alguno”.

Las ventanas irán cerradas con vidrieras con los engastes de plomo. También se proyectaron cinco altares y un púlpito con tornavoz en el lado del Evangelio. El total previsto era de 179.117 reales, del que se habría de descontar la prestación ofrecida por el vecindario. La obra se inició en 1863 y cuando estaba a punto de cerrarse la cubierta surgieron problemas de solidez por las condiciones arenosas del terreno que hicieron temer por la seguridad del edificio. Por ello fue preciso excavar alrededor una zanja y rellenarla de piedra, consumiéndose de este modo el capital total librado por el Gobierno.

Este aprobó conceder nuevos fondos, si bien se hacía preciso suprimir los adornos considerados superfluos, pues en nada afectaban a la solidez del edificio; pero tras librarse 30.000 reales se detuvo el envío de capital, por lo que la Junta Local debió acudir al arzobispo para que mediara con el Ministerio de Gracia y Justicia ante la urgencia de cubrir el templo, expuesto a la destrucción y pérdida de sus materiales (carta del cura de Gualchos Agustín Fernández Cabezas al arzobispo de Granada. 21 de junio de 1866). A. Díaz de Losada, que fue el director de los trabajos en 1871, escribe una airada carta exponiendo el deplorable estado en que se encuentra el edificio desde que se paralizaron las obras: “Lo que me sulfuró hasta el extremo fue el encontrarme que se están continuando las obras de un templo de estilo bizantino por el pobre y honrado albañil del pueblo sin más conocimiento ni más planos que la instrucción que le ha dado desde Gualchos el Sr. Párroco, tendrá trabajado según ellos dicen unos 25 días el oficial y cuatro peones, lo mismo que hay que derribar. No los arrojé del templo a latigazos porque los infelices no son más que autómatas”.

Como profesor de arquitectura titular detuvo los trabajos bajo su responsabilidad, advirtiendo al alcalde pedáneo que si el párroco intentaba reanudarlos se lo comunicaran para poder dirigirse a ” la comisión de monumentos, a la Academia de San Fernando, al ministro de Fomento, a España entera”. La defensa de respeto al proyecto no puede ser más encendida por parte del arquitecto director, que está dispuesto a enfrentarse con quien sea preciso para evitar que sean desvirtuados los planos originales.

Dice estar en posesión de los únicos planos del templo que le fueron otorgados en 1862, año en el que le hizo cargo de la dirección Francisco Enríquez Ferrer, fallecido a principios de 1871.

Ese mismo año, el arquitecto del arzobispado José Contreras es encargado de concluir el techado del templo y enrasamiento de algunas de sus partes, para lo que establece un presupuesto de 8.734 pesetas y 75 céntimos, sin variar sustancialmente el proyecto original, aunque en su informe se haga mención a la colocación de la torre sobre la puerta y no tras la cabecera. Francisco Jiménez realiza un esquema de la planta del edificio y del estado en que se encuentra la altura de los muros, que firma el 16 de noviembre de 1872. El templo queda terminado en 1874.



Un dato interesante a poner de relieve, es que nuestra entrañable iglesia de la Inmaculada Concepción, fue erigida como parroquia el año 1907, a los treinta y tres años de la finalización de las obras, según acredita el documento adjunto. (ARZOBISPADO DE GRANADA 1907).


Mi agradecimiento por los datos ofrecidos en el Blog 

HISTORIA Y CULTURA DE CARCHUNA CALAHONDA


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